ANTES, DURANTE, DESPUÉS

 

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¿Cómo es la relación entre el impulso narrativo y el contexto ocasional?

Para mi es un misterio, algo dificil de desentrañar.

El impulso narrativo como deseo, como estado de ánimo, como arrojo, pareciera siempre estar siguiendo sus propias huellas, inspirarse en sus marcas precedentes, mantenerse en su universo autónomo.

Sueños de autosuficiencia? Fantasías de inmersión en algún absoluto?

Lo cierto as que a pesar de tan fuertes momentos de incertidumbre, de tragedias algunas muy cercanas, el acto de ir hacia el trabajo, de retomar el pulso de las narraciones pendientes, pareciera no acelerarse, ni obstaculizarse, ni entrar en indecisiones, más de las habituales.

Continuó como casi siempre, con su morosidad acostumbrada, su libertad de ejercicio, sus pausas y audacias bien conocidas.

Sin embargo la sensación de encierro estaba presente, las noticias aciagas eran temidas, algunas cotidianeidades fueron muy alteradas.

Pero el trabajo se mantuvo como remanso, prescindiendo mucho de los futuros posibles, intentando mantenerse en su arraigada habitualidad.

Difícil explicarse como frente a realidades tan inesperadas, amenazantes también, continúa habiendo un impulso casi indominable de ir a trabajar, y ya!

Seguir con el hábito y cumplir con el deseo, internándonos en los laberintos que propone la imaginación y aceptando desafíos que tal vez solo tengan sentido para quien esta usando ese lenguaje entre manos como experiencia de vida.

El trabajo de pintar es siempre solitario y silencioso, sin embargo también ocurre en una comunidad brumosa, donde se entremezclan retazos de la tradiciones admiradas, sueños de vidas imposibles, e interlocutores que tal vez nunca se presencien.

Pero es sin dudas un diálogo entre lo que está y lo que no está, lo que fué y lo que no pudo ser, y toda promesa a la que no se alcanza a renunciar aunque cueste entreverla.

Así, la realidad de la imaginación cura de la irrealidad del mundo, y desahoga en un vaso que está casi siempre lleno.

Tendimos, tendemos y tenderemos puentes, casi sin quererlo, por la inercia y el hábito que nos genera un oficio tan rudimentario como bello.

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Tulio de Sagastizabal, septiembre de 2022.